miércoles, 29 de agosto de 2012



FERNANDO GONZÁLEZ LLORT
Vida hecha símbolo

Unidos por su amor a Cuba y a la paz, cinco hombres afrontan, como los héroes que son, la desvergüenza del Gobierno estadounidense. Uno de ellos nos acerca a su historia, para seguir despertando solidaridad, acaso la vía que pondrá fin a su largo encierro, iniciado el 12 de septiembre de 1998
Por: LISET GARCÍA (nacionales@bohemia.co.cu)
Fotos: CORTESÍA DE LA FAMILIA
(21 de agosto de 2012)

A primera vista se descubre en Fernando la honradez con que
cuenta su cotidianidad, la humildad con que se reconoce
parte de un país y de un pueblo acostumbrado a resistir. Nos
convence de que no hay secretos que expliquen
su hombradía
Con 35 años acabados de cumplir, Fernando González Llort entró a la historia de Cuba. Aquel sábado en plena madrugada, cuando Rubén Campa —identidad que tenía entonces— llegó al centro de detenciones de Miami esposado por la venganza, no sabía que su vida y las de otros cuatro compañeros se convertirían en símbolo.
El aficionado a la pelota y al teatro, el internacionalista, el futuro diplomático, el novio que ansiaba casarse y tener hijos… fue castigado al aislamiento y la soledad. El 18 de agosto de 2013 cumplirá 50 años y aún tendrá por delante una parte de la condena que se le impuso en 2001 tras un juicio manipulado.
Este diálogo sin tiempo exacto, aplazado desde el inicio del proceso de resentencia, que solo redujo su pena de 19 a 17 años y nueve meses, se debe a la insistencia de Gerardo Hernández Nordelo, uno de los Cinco y el primero de ellos que BOHEMIA tuvo el privilegio de entrevistar. Él dio pie e idea para esta charla, además de saludar las conversaciones que habíamos tenido con Ramón, René y Tony. Alambrada por medio nació este intercambio, que, como no permite captar gestos, pausas y acentos, terminó con el compromiso de continuarlo en La Habana.
Los Cinco junto a la bandera cubana
En el juicio a los Cinco, Fernando fue acusado de
los delitos de conspiración para cometer delito
contra los Estados Unidos; falsificación de
documentos; agente extranjero no registrado
ante la Fiscalía. Fue sentenciado el 18 de diciembre
de 2001 a 19 de años de cárcel. El 8 de diciembre
de 2009 fue resentenciado a 17 años y
nueve meses
Ahora, a vuelta de correo, narra vivencias, angustias y aprendizajes, muchas veces comunes a los Cinco, que se diferencian por la impronta de cada uno, por su estilo y tono individual. Ponerle su voz fue la tarea de Fernando.
-Cuenta Gerardo que tú trasmites una imagen de persona seria y reservada, porque tal vez no eres tan extrovertido como otros. “Eso parece –escribió- pero es tremendo jodedor, y tiene muy buen sentido del humor. Es sobrio (sobre todo durante estos años en los que no hemos podido darnos ni un traguito...), y muy profundo en sus análisis”. ¿Qué piensas acerca de esta definición?
-Creo que el comentario de Gerardo es acertado. Soy consciente de que transmito esa imagen de persona reservada. Soy serio, en el sentido de que soy responsable. Pero, a la vez, la gente que me conoce más íntimamente sabe que me gusta bromear. En cuanto al comentario de que soy muy profundo en mis análisis, no creo que pueda juzgarlo por mí mismo. Creo que soy analítico. En eso estoy de acuerdo”.
-¿Cómo lo definirías a él, y a Ramón, Tony y René, luego de los años difíciles transcurridos desde que los conociste?
Fernando González acuclillado
Hace poco Fernando fue trasladado a la prisión de Safford,
ubicada en Arizona. Ya no padece el intenso invierno de
Wisconsin, donde se dejó crecer la barba para
protegerse del frío
-Gerardo es una persona increíble. Su mentalidad es la del humorista. A todo le encuentra el ángulo cómico. No trata de hacer reír para ser simpático, es innato en él. Cualquier situación, por difícil que sea, la asume desde esa perspectiva. Pero no es lo único que lo define: es muy perspicaz e inteligente.
“Tony tiene una sensibilidad muy desarrollada. Siempre hace énfasis en el lado humano de las situaciones. Un gran pícaro también, a su manera, diferente de Gerardo. Es un hombre extremadamente sano, no hay en él una gota de malicia. Incapaz de hacerle daño a una cucaracha. Posee una gran capacidad de organización y mucho rigor en todo lo que hace.
“Ramón combina inteligencia y responsabilidad con una gran capacidad para adaptarse a cualquier circunstancia. A veces pareciera que las cosas le resbalan, como decimos los cubanos. En realidad, aflora su capacidad de no dejarse afectar por lo que no está bajo su control. De cualquier cosa se ríe a carcajadas. No por falta de seriedad, sino porque asume las dificultades con el espíritu de no dejarse afectar. Es también una persona muy competitiva.
Fernando González cuando era un niño

Fernando González jugando, cuando era un niño, en un parque infantil
Fernando fue un niño muy inquieto. Había que
buscarle algo qué hacer —dice Magali, su mamá—,
tenerlo en alguna actividad, de lo contrario él
mismo encontraba entretenimiento
“René es enormemente inteligente y agudo en sus observaciones. Un escritor natural que domina la ironía y el sarcasmo a la perfección. Tiene un gran sentido de compañerismo y una disciplina y voluntad extraordinarias.
“Todos somos grandes amigos. Hemos llegado a ser como uno solo”.
-Cuenta cómo fue que ellos conocieron, luego de varios meses de prisión en Miami, tu verdadero nombre.
-Como sabes, en el momento de nuestro arresto yo usaba la identidad de Rubén Campa. Las autoridades podían demostrar que ese no era realmente mi nombre, pero no sabían el verdadero. Ramón tampoco es Luis Medina ni Gerardo es Manuel Viramontes, pero entre nosotros no conocíamos tampoco nuestras identidades reales, excepto Gerardo y yo, porque estudiamos juntos en el Instituto Superior de Relaciones Internacionales (ISRI).
“Al inicio del juicio nuestros abogados tenían que hacer una exposición de apertura, en la que explicarían el carácter antiterrorista de nuestra misión y la historia de agresiones a Cuba que la justificaba. No tenía sentido, entonces, continuar ocultando nuestra identidad, y los primeros en saberla serían ellos, lo que se hizo el día antes del juicio.
Fernando González (niño) montado sobre un columpio mientras su hermana lo ayuda a balancearse
Con una de sus dos hermanas, en un parque
habanero, adonde solía ir la familia los
fines de semana
“Bromeábamos sobre ese momento y había expectativa por conocer cómo nos llamábamos. En tales circunstancias a Gerardo se le ocurrió decirle a mi abogado, mientras todos escuchábamos, que mi nombre era muy raro y tendría que practicarlo previamente. Acto seguido, con tremenda seriedad, inventó uno casi impronunciable. Todos miraron con cara de sorpresa e incredulidad. El momento duró poco porque aclaré que era una broma y dije: me llamo Fernando. Respiramos tranquilos, por fin. Fue una situación hilarante, fruto del sentido del humor de Gerardo y de nuestro positivo estado anímico”.
-Después de vivir el dilatado y torcido proceso legal, ¿cómo es posible mantener el optimismo y el convencimiento de que habrá justicia para los Cinco?
-La conciencia de lo justo de la causa que defendemos es el factor principal que contribuye a que soportemos estas condiciones. Sabemos que esta es la guerra que por más de 50 años hacen los gobernantes de Estados Unidos a Cuba, porque los cubanos quisimos ser libres e independientes. Esa comprensión está en la base de nuestro optimismo y seguridad de que volveremos a la patria. Así enfrento el tiempo en prisión y me dedico a hacer cosas positivas, que me hagan crecer como ser humano.
“Leo todo lo que me cae en las manos para mejorar mi formación intelectual, trato de mantenerme lo mejor informado posible sobre lo que acontece en Cuba y en el mundo. Respondo la voluminosa correspondencia que recibo, lo cual es una posibilidad de comunicación e intercambio con personas de diferentes culturas e intereses. Trato de aprender cosas nuevas, habilidades como el dibujo, en el que doy los primeros pasos.
“El cuidado de mi salud física y mental, a través del ejercicio físico, es parte de mis actividades sistemáticas. El conocimiento de mi persona también ha sido un aprendizaje, una prueba, al propio tiempo un reto asumido pensando en que cualquier circunstancia por difícil que sea se puede asumir y enfrentar. En ese proceso uno se fortalece y vence: he aprendido a ser más pausado, a cultivar la paciencia que antes me faltaba.
“La experiencia de estos años me ha mostrado más matices en las personas y las situaciones, y que las cosas no son en blanco y negro. He visto otros presos con un talento tremendo para actividades creativas, y las condiciones sociales de pobreza y falta de acceso a una educación adecuada y de oportunidades han hecho que se malogren. He aprendido también que la bajeza a la que pueden llegar las autoridades de Estados Unidos no tiene fin”.
Resentencia: otra evidencia de irracionalidad
Fernando no puede evadir la reflexión acerca de su entrañable Gerardo. Por eso otra vez lo retoma para valorar su situación y profundizar en el ensañamiento de las autoridades estadounidenses y de la mafia anticubana contra el amigo. “Pretenden que pase el resto de su vida en prisión a la vez que le niegan el derecho a que su esposa lo visite. El Gobierno estadounidense ha vertido sobre él sed de venganza, alentado por un pequeño pero poderoso sector de la emigración cubana que hace mucho perdió todo viso de racionalidad y se mueve por profundos sentimientos de odio hacia Cuba, el pueblo y su Revolución.
“Solo sabiendo eso se puede explicar el tratamiento inhumano recibido por Gerardo en estos años. Solo así se puede entender la acusación que se le hizo de conspirar para cometer asesinato, y que se le haya encontrado culpable. Solo así se entienden los fallos del Onceno Circuito de la Corte de Apelaciones que no determinó que él fuera resentenciado, y la decisión de la Corte Suprema de no escuchar la petición en su caso”.
A Fernando le preocupa de igual modo la condición de sus otros compañeros: “¿Y qué me dices de la situación actual de René? ¿Cuál, si no el odio, puede ser el motivo para obligarlo a permanecer en este país, donde no tiene ningún vínculo familiar, una vez que salió de prisión? Con el tipo de acusación que el Gobierno de Estados Unidos le hizo a René, ¿no se supone que lo quiera bien lejos de su territorio? ¿No es una bajeza que lo fuercen a permanecer aquí?
Fernando González con un libro del Che en las manos

Fernando González sosteniendo un jarrito de alumnio
En Angola, más de un aprendizaje en condiciones
difíciles, y con la lectura, como siempre en su vida,
entre sus atracciones predilectas
“El juicio de resentencia fue la segunda parte de una farsa por la cual llevamos presos 14 años. Las nuevas sentencias de Ramón y Tony, si bien ya no son de cadena perpetua, constituyen aún una injusticia. En mi caso nunca esperamos un cambio significativo.
“La importancia mayor de ese proceso creo que fue de carácter político. Otra oportunidad para poner el caso en el tapete, de lograr cierta atención de los medios y de movilizar alrededor de la causa por nuestra liberación”.
-Háblanos del rencuentro con Ramón y Tony durante ese juicio de resentencia, luego de tanto tiempo sin verse.
-El encuentro con Ramón y Tony en agosto de 2009 fue para mí lo mejor de la estancia en el centro de detenciones de Miami. Fue emotivo verlos y compartir con ellos después de más de siete años. Fue como si nunca nos hubiéramos dejado de ver. Retomamos las cosas exactamente donde las habíamos dejado en enero de 2002 cuando nos separaron. Solo que ahora con un poquito más de experiencia y algunas historias para contar.
“Somos los mismos. El encuentro sirvió para renovar la unidad de los Cinco. Hubo muchos momentos de hermandad, de afecto y de bromas entre nosotros en medio de los serios debates sobre los temas que nos llevaron a Miami y las decisiones que debíamos tomar”.
Fernando niño, adolescente, joven
Hurgar en las claves que posibilitaron a este hombre convertirse en el héroe que es, asoma como propósito en cuanto se intenta un acercamiento a él. Por eso el diálogo no soslaya la indagación acerca de cómo fue su infancia, de quiénes recibió influencias, por qué caminos dirigió sus pasos de adolescente, de joven…
Cuando rememora su niñez, Fernando reserva sencillamente el primer párrafo a la pelota. “Durante mi infancia jugaba mucho en la calle. A lo que más tiempo dedicábamos los niños del barrio era a la pelota en todas sus variantes callejeras, con pelotas de goma en las cuatro esquinas o a lo largo de la cuadra, bateábamos con la mano o un palo. También jugábamos a las bolas. El barrio en que vivía tenía árboles de muchas raíces que desbarataban las aceras, excelentes para ese juego.
“En aquellos tiempos, si mis padres me lo hubieran permitido, yo hubiera amanecido en la calle. A veces tenían que salir a buscarme, o llamarme desde el balcón para que me bañara o comiera. La pasión por la pelota me ha acompañado toda la vida”.
-De Magali, tu mamá, ¿qué es lo que más admiras?
Fernando González abrazado a su madre y a su hermana Lourdes
La mamina de Fernando y su hermana Lourdes,
en uno de sus encuentros en la prisión, momentos
para revivir recuerdos y saciar, si fuera posible,
su deuda de afectos
-Su voluntad y disciplina, su tenacidad y espíritu de lucha, el no dejarse vencer por nada. Por circunstancias de la vida, nos crió sola durante tres o cuatro años. Trabajaba a veces hasta altas horas de la noche, y mis dos hermanas y yo teníamos que estar con ella en la oficina. No sin costo adicional para ella, garantizó que fuéramos buenos estudiantes. Enfrentó aquella etapa y la superó, como ha hecho en otras ocasiones, y como hace ahora en la lucha por liberar a los Cinco”.
-¿Algún recuerdo triste o negativo de la infancia?
-El peor recuerdo que guardo de mi niñez fue la ocasión en que me perdí en la Plaza de la Revolución durante un acto multitudinario. A mí me pareció un año, y a mis padres también, estoy seguro. Es posible que de aquella terrible experiencia haya nacido el hábito que tengo de tratar de ubicarme geográficamente, buscar al menos los puntos cardinales del lugar donde me encuentre”.
-En tu formación como ser humano, ¿de quién o de quiénes recibiste las mejores influencias? ¿Paradigmas?
-No sería el ser humano que soy hoy, sin la influencia inicial y decisiva de mis padres. El respeto, la disciplina, el patriotismo y el compromiso social, reforzados luego con la educación escolar y la sociedad en general, fueron inculcados por ellos en la niñez. Crecí en un hogar donde el sentido de la responsabilidad y la honestidad eran de observancia diaria.
“Uno de mis paradigmas fue el Che. Por lo que oía, y de la manera en que lo podía imaginar un niño. Sigue siéndolo. Ya de adulto, sus textos y las vivencias de quienes le conocieron y trabajaron con él, me reafirmaron ese sentimiento de cercanía y de admiración hacia él, por su personalidad, que combinaba una capacidad de profundo pensamiento con la intrepidez en la acción y férrea autodisciplina, que a la vez nutría con su estoicismo. Creo que es el ejemplo perfecto de la ética revolucionaria.
Fernando González con su hermana Martha
Con Martha, su hermana mayor
“Camilo fue otro paradigma. En mi adolescencia y juventud influyó en mí. Sus cualidades como guerrillero y como jefe, su lealtad a la Revolución y a Fidel me impresionaron siempre”.
-La escuela secundaria y el pre Mariátegui, ¿qué aportaron al hombre que eres hoy?
-Fui buen estudiante, pero mi rendimiento académico no era destacado. La etapa de la secundaria, sobre todo, la recuerdo como un período transitorio entre la adolescencia y la juventud.
“A los 12 años comencé mi experiencia de estudiante becado, lejos de la familia por primera vez. Empecé a conocer el mundo por mí mismo, sin la supervisión directa de mis padres. No faltaron tropezones, pero los agradezco; fue un buen aprendizaje no solo en el sentido académico sino en el social, en las relaciones con otros de mi edad y con los profesores, casi tan jóvenes como nosotros.
“No menos importante fue la experiencia del trabajo diario en el campo, en contacto con la naturaleza y en el esfuerzo requerido para producir lo que comíamos.
“Cursando el noveno grado, varios estudiantes fuimos seleccionados para estudiar en el preuniversitario José Carlos Mariátegui, escuela vocacional a la que ingresé con 14 años. Mi ingreso en ese centro y los tres años que estudié allí fueron definitorios en mi personalidad y en mi vocación desde entonces. Me aportaron disciplina, vocación de futuro.
“Es como si en esos años, de 1978 hasta 1981, todas las influencias y experiencias que desde niño había recibido en términos patrióticos, revolucionarios, ideológicos y de compromiso social, que no estaban sistematizados en un nivel de conciencia y una vocación específica, se hubieran enfocado en un camino que constituía una opción lógica para poner de manifiesto mis inquietudes sociales. En esos tres años se definió en sus rasgos esenciales el Fernando de hoy”.
-¿Qué opinión tienes del claustro del ISRI, de tus compañeros de curso y otros, incluso más jóvenes, que son hoy embajadores en varios países?
-El ISRI fue igualmente esencial en mi formación, no solo académica sino también político-ideológica. Con un claustro de profesores de experiencia y exigentes, y con un currículo muy completo, ofrecía una preparación académica muy buena. Gran parte de las asignaturas, dado el perfil de la carrera, contribuían a fortalecer nuestro acervo político-cultural e ideológico. Eso era complementado con actividades extracurriculares y el funcionamiento exigente de la FEU y la UJC.
“Dadas las características del ISRI, con un estudiantado relativamente escaso, y muy serio en los estudios y otras responsabilidades, estoy seguro de que, en general, dondequiera que los graduados de esa institución se desempeñan profesionalmente han dejado buena opinión acerca de cómo fueron preparados”.
-Coméntame tu incursión en el grupo de teatro del ISRI. ¿Te gustó ser actor?
-Integré el grupo Teatro Nuestro. Nunca me había pasado por la cabeza ser actor, pues era más bien tímido, pero como era del comité de dirección de la UJC en el Instituto y me habían dado a atender la esfera cultural, sentí que debía predicar con el ejemplo y me incorporé al grupo.
“Aportó mucho a mi desarrollo como persona. Es un trabajo muy colectivo, de un rigor que nunca hubiera imaginado. Se requería de un gran esfuerzo y dedicarle mucho tiempo, cuando estábamos involucrados en muchas cosas a la vez.
Fernando González, en ropa deportiva, juega con una pequeña ardilla
En la cárcel, Fernando intenta ahuyentar su
soledad con la actividad física y hasta ha tenido
la suerte de encontrar compañía
“Ensayábamos hasta altas horas de la noche después de una jornada de clases, o los domingos desde temprano en la mañana. Pasábamos hasta 12 y 14 horas en un ensayo. Discutíamos sobre cada personaje, su psicología, para lograr la caracterización y que el actor lograra ponerle su piel. Luego, en los ensayos de la puesta en escena, no parábamos hasta que estuviéramos satisfechos. Repetíamos las escenas una y otra vez.
“Me agradaba el reto, fue una experiencia muy positiva, aunque no creía ni creo que pudiera dedicar mi vida a ser actor. El contacto directo con el público, percibir sus reacciones, me enriqueció como hombre”.
-Angola: ¿descubrimientos y riesgos?
-Yo tenía entonces 24 o 25 años; la mayor parte de los soldados cubanos y muchos de los angolanos, eran más jóvenes aún. En esos dos años vi a muchos, casi adolescentes, convertirse en hombres, forjados en la disciplina y la responsabilidad. Yo tampoco era ajeno a ese proceso de maduración.
“Era un recién graduado de la universidad, joven de ciudad, que creía saber mucho. Allí aprendí que además de la instrucción que se pueda adquirir, hay otros atributos relacionados con la formación del carácter, la sensibilidad humana, el espíritu solidario, que son también importantes, o más importantes.
“De los cubanos y angolanos que me rodeaban aprendí mucho: la camaradería en aquellas condiciones difíciles, la sencillez, el esfuerzo colectivo a pesar de las diferencias culturales, que aportaron su propia riqueza. Aprendíamos de unos y de otros.
“Ver los estragos del coloniaje y sus consecuencias para los pueblos, en especial el angolano, me enseñó más que todos los libros que había leído y estudiado hasta entonces. Ver el espíritu de lucha de ese pueblo y su voluntad de superar ese pasado, frente a la agresión externa y la contrarrevolución interna, fueron lecciones para no olvidar”.
LA PASIÓN AZUL DE FERNANDO
Dice Gerardo que a diferencia de él, Fernando sí es buen pelotero.
-¿Cuándo nació el béisbol en tu vida? ¿Te gusta algún otro deporte?, ¿cuál?
-Como pelotero soy mejor que Gerardo, como él dice. Pero eso no me hace buen pelotero. Te comenté mi pasión por la pelota. Por eso fue algo natural entrar al equipo del ISRI. Algunos éramos los mismos del grupo de teatro. Nos sobraba entusiasmo.
“Como la matrícula del instituto era pequeña, no había dificultad para integrarse a un equipo u otro. Más bien había que buscar estudiantes con que completarlos. Los del núcleo principal del mío veníamos juntos del pre y participamos en varios campeonatos de la FEU, sin mucho éxito, pero nos divertíamos y disfrutábamos aquellos juegos que asumíamos con toda la seriedad del mundo.
Fernando González y su esposa Rosa Aurora abrazados
A cuántos sueños y proyectos han tenido que
renunciar Rosa Aurora y Fernando en estos años
de cárcel, en que solo les han permitido abrazarse
en el momento de las fotos
“Los deportes me gustan casi todos. Me encantan las olimpiadas porque me permiten ver muchas disciplinas simultáneamente. Si me dan a elegir, prefiero el boxeo, el baloncesto, el voleibol, el atletismo, el tenis y el futbol”.
-Imagina que este 18 de agosto, día de tu cumpleaños 50, hubieras estado en La Habana, quizás viendo algún juego de pelota. ¿Cuál te hubiera gustado presenciar?
-Me gustaría ver a Industriales, mi equipo de toda la vida, jugar con Santiago de Cuba. Se ha convertido en un clásico de la Serie Nacional por la tradición y la calidad de ambos equipos.
“Por cierto, aprovecho para hacer llegar un saludo y mi felicitación al colectivo de Industriales por el trabajo que ha hecho. Pocos le daban oportunidad en esta temporada.
“Posiblemente, cuando esto se publique ya la serie tenga un campeón. Pero si no lo fuera, los felicito por el trabajo que hicieron y también a Lázaro Vargas por el éxito en su debut como director”.
-Si estuvieras en la nómina de Industriales, ¿en qué posición jugarías?
-Segunda base. No soy buen pitcher ni buen receptor, no tengo brazo para el short stop y menos para tercera base. En los jardines ni hablar. Tampoco tengo estatura para primera.
-Y si te nombraran manager y pudieras formar un equipo, ¿con quiénes integrarías un Todos Estrellas?
-En primera base: Agustín Marquetti. En segunda base: una decisión difícil entre Rey Vicente Anglada y Juan Padilla. Me quedo con el último. tercera base: Lázaro Vargas. Campo corto: Germán Mesa. Jardinero izquierdo: Armando Capiró. Jardinero central: Javier Méndez. Jardinero derecho: Eulogio Osorio. Receptor: Pedro Medina. Lanzador derecho: Lázaro Valle. Lanzador izquierdo: Santiago Changa Mederos”.
CONFESIONES, GRATITUD, SUEÑOS
Desde que apresaron a los Cinco han transcurrido 14 años. Tanto tiempo en confinamiento invita a preguntarse cuántas cosas habrán dejado de hacer, cuántos sueños debieron postergar. Sobre eso, Fernando comenta:
“Es cierto, como dices, que 14 años en la vida de un ser humano es mucho tiempo, y hay muchas cosas dejadas de hacer, sueños postergados: la vida con la pareja, los vínculos con la familia, el disfrute de las amistades, el desarrollo profesional, el ser parte activa en la vida del país que uno quiere.
Manifestantes con fotografías de los Cinco, una bandera cubana y la imagen del Che
El mundo liberará a los Cinco
“Aunque tengo una comprensión de lo que representa nuestro caso en una historia mucho más amplia y aún más injusta de enfrentamiento y hostilidad por parte del Gobierno estadounidense contra nuestro pueblo, eso no impide sentir las cosas dejadas de hacer y los sueños postergados. Sin embargo, permite poner esa frustración en perspectiva y sobrellevarla sin que te afecte.
“Por otra parte, la circunstancia en que nos encontramos nos ha permitido entrar en contacto, aunque no los conozcamos personalmente, con una gran cantidad de personas que se solidarizan con nuestra causa en los propios Estados Unidos y en otras partes del mundo. Seres humanos de gran sensibilidad, de conciencia, activistas abnegados, muy sacrificados, portadores de valores extraordinarios. Nos dan cada día una lección porque luchan en condiciones muy difíciles, prácticamente con todo en su contra; y no se cansan. Aunque falte por hacer, impresiona lo que han logrado en estos años”.
-Háblame de esa correspondencia. ¿Cómo ven las autoridades del penal y los propios reclusos el hecho de que recibas tantas cartas?
-Creo hablar a nombre de los Cinco cuando digo que nos causa angustia no poder responder en directo cada una de las cartas que recibimos, especialmente cuando son escritas por niños y niñas de Cuba, que lo hacen con tanto cariño y sentido patriótico. Es materialmente imposible hacerlo, y espero que nos comprendan. Ni dedicando las 24 horas del día a escribir cumpliríamos ese objetivo. Resulta estimulante constatar a través de la correspondencia la solidaridad y el apoyo que la causa de nuestra liberación suscita en todo el mundo. Soy consciente de que la base de esa solidaridad radica en el prestigio moral de Cuba. Eso me enorgullece.
“Me satisface también que el trabajo alrededor de la causa de nuestra liberación haya contribuido en algunos casos a unir, a aglutinar movimientos o grupos que trabajaban dispersos o sin mucha coordinación entre ellos.
“En el penal impresiona el volumen de la correspondencia y algunos preguntan la razón. Se ha dado el caso aislado de un guardia que se molesta por la cantidad de cartas que tiene que entregar. Lo menciono con el propósito de reflejar que en ocasiones también se encuentra poca calidad humana entre el personal de la prisión. Aunque la mayor parte de los oficiales bromea con que necesito un apartado postal para mí solo.
“Entre los presos también hay una reacción de asombro y comentan que debo tener mucha gente que me quiere. Una vez, un oficial me preguntó si yo había sido piloto de una línea aérea comercial”.
-En las fotos apareces unas veces con barba y otras no. ¿No te gusta afeitarte o…?
-Por primera vez me dejé la barba en 2005. No se trató de preferencia estética o de que no me gustara afeitarme. Pretendía protegerme contra el intenso frío de Wisconsin. Allí, en cierto período del año, el frío casi corta y se tiene la sensación de quemaduras en la piel. Por eso me la dejé crecer. Como protección contra el frío funciona”.
-¿Qué lecturas prefiere Fernando? Si tuviera que quedarse con solo tres libros, ¿cuáles serían, y por qué?
-Siempre me ha gustado leer. Me interesa la ficción, pero últimamente el énfasis lo he puesto en libros sobre temas económicos, históricos y políticos. Me gustan los libros de ciencia que alimenten un enfoque racional de la vida y los conflictos. Me interesa comprender el porqué de las cosas.
“Nunca había pensado en la posibilidad de escoger solo tres libros. Si tuviera que hacerlo me quedaría con Ese sol del mundo moral, de Cintio Vitier. Por su cubanía y profundidad, por la importancia que le concedo a la comprensión de quiénes somos los cubanos, qué nos motiva como nación y por qué luchamos. Además, fue escrito con un estilo exquisito.
“La autobiografía de Malcom X sería otro de los libros. No es su forma literaria lo que lo distingue, sino la experiencia de transformación de un ser humano. Un hombre negro segregado, cuya realidad social lo obliga a ganarse la vida de diversas maneras, incluidas algunas fuera de la ley; que de manera autodidacta comienza a transformar su vida en la prisión, se autoeduca, alimenta su conciencia y llega a convertirse en un líder radical con una conciencia social elevada. Incorruptible y, por tanto, un peligro para los círculos de poder en Estados Unidos. Otro libro que salvaría sería un buen diccionario”.
-Cuba vive una etapa de cambios y un cambio de etapa, como han definido algunos estudiosos. ¿Qué crees que les sugerirían hoy Céspedes y Martí a los cubanos?
-He estado al tanto de las noticias relacionadas con la celebración del Congreso y de la Conferencia del Partido. Gracias a nuestra Sección de Intereses en Washington y a amigos solidarios, nos llega información sobre la actualidad cubana e internacional.
“Tanto Céspedes como Martí eran hombres de muchas cualidades. Si los fuera a definir por una característica escogería su decisión de poner a la patria antes que cualquier cosa y, por ello, su constante desvelo por la unidad. Creo que esa sería la sugerencia que ellos nos harían hoy a nosotros. Siguiéndola, creo que estaríamos haciéndoles la reverencia que merecen”.
-¿Qué es Rosa Aurora para Fernando?
-Cuando pienso en mi esposa, Rosa Aurora, pienso en el sacrificio que ha hecho, en la firmeza con que lo enfrenta y la dignidad que pone de manifiesto con su actitud. Pienso en la dulzura que le caracteriza, su disposición a comprender. Los años que hemos estado separados ya nadie nos los puede devolver, pero eso me hace imaginar una vida futura intensa y feliz”.
-¿Cómo transcurren las visitas de ella a la cárcel? ¿Qué pasa por la cabeza de Fernando a la hora de despedirse?
-Los encuentros con Rosa Aurora son los mejores momentos del año para mí. Aunque las condiciones y el ambiente de la sala de visita no son nada propicios. El local es pequeño y usualmente está lleno. Todo el mundo conversando a la vez. Mucho movimiento de personas que constantemente interrumpen para pasar, dada la disposición de los asientos. Hay estrecha vigilancia no solo física, por parte de los oficiales, sino también a través de cámaras. En fin, la privacidad para sostener una conversación relajada sobre temas familiares y personales no existe. Solo está permitido un beso y un abrazo en la llegada y en la despedida.
“Rosa Aurora y yo hemos tenido que aprender a abstraernos de esos inconvenientes, para aprovechar al máximo las horas de conversación. Hay temas que son muy difíciles de tratar en cartas o en contactos telefónicos, que son de 15 minutos cuando más, y la comunicación personal ofrece más posibilidades por la riqueza de gestos, entonación, etc., para llegar a la otra persona y comprenderla también.
“Esos encuentros, aun con sus limitaciones, nos han permitido crecer como seres humanos, profundizar nuestra relación, conocernos mejor el uno al otro, apoyarnos mutuamente, en fin, fortalecer el amor que nos une.
“Son horas en las que mi mente está totalmente enfocada en Rosa Aurora, y la vida en la prisión no existe para mí. A la hora de despedirnos pienso en lo positivo de la visita, en lo bien que nos hemos sentido a pesar de las circunstancias, en lo feliz que Rosa Aurora me hace sentir, en la dicha de tener una compañera como ella. Me enfoco en esas cosas y trato de que ella asuma la despedida de la misma forma, pensando en que habrá una próxima visita”.
-¿Cómo imaginas el regreso a La Habana?
-¡Oh, La Habana! Imagino ese regreso como un suceso de mucha alegría. Pienso en que los Cinco podamos llegar juntos. Espero encontrar en mi casa, además de a mi esposa y a mi familia, un buen plato de yuca con mojo”.

SOLIDARIDAD CUBANA, LO QUE NO MUESTRA EL INFORMATIVO

Liberar a los presos del Imperio

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