Posted: 13 Aug 2010 03:09 PM PDT
Dos camaradas recuerdan, en este día en que celebramos el cumpleaños de Fidel, a René que en las cárceles de los Estados Unidos ve pasar un nuevo cumpleaños...
René, amigo de millones
Por Marlene Caboverde Caballero
Dicen, que Antoine de Sain-Exupery partió en su avión un día y jamás regresó. Sin embargo, su presencia renace continuamente en el principito, la zorra y la rosa que nos dejó. René González Sehwerert también era piloto y otras de las coincidencias con el escritor francés, es que también creía en la posibilidad de descubrir los pozos ocultos en cualquier desierto y que para aliviar la tierra de la maldad primero había que acabar con los baobabs.
Los baobabs, según la historia de El principito, son árboles terribles que perforan con sus raíces el planeta sin no se arrancan a tiempo. Para el héroe René González los baobabs son los terroristas y su misión consistía en desenmascararlos, evitarlos porque, de acuerdo a la experiencia colectiva y sus principios personales no existe el terrorismo bueno.
Para él, “los personajes que se dedican al terrorismo contra Cuba se disfrazan de todo y no son nada”. Su definición de esa especie en extinción es la más exacta e ingeniosa de cuantas hemos escuchado:
Advierte René: “Son demasiado calculadores para ser fanáticos, demasiado resentidos para ser cristianos, demasiado cobardes para ser patriotas, demasiado cómodos para ser combatientes, demasiado odiadores para ser inteligentes…
Y a ellos se enfrentó y esa batalla le costó el encierro que sufre desde hace casi doce años. Hoy él cumple 54 años de edad y persiste en recordar, que “la maldad todavía es poderosa y que al odio hay que oponerle el amor”.
Cuentan, que René se ríe altísimo, que le encantan los libros, que no es universitario por academia, no obstante es sabio por su insaciable sed de conocer y aprender. Dicen, que es como un niño grande, que le gusta domesticar y que lo domestiquen.
Se conforma con soñar a sus tres rosas Irmita, Ivette y Olga, a las que sabe protegidas de los vientos, las orugas y las garras.
Está seguro de que el tiempo no se puede recuperar, pero tiene la certeza de que es el tiempo que ha perdido por Cuba lo que la hace importante, y ahí radica su más bella lección de valor y desinterés.
Un día, y será bien pronto regresará. Él, que ha estado en el hueco del dolor y tan cerca de las estrellas confía y cree. Lo más difícil es conservar la esperanza intacta y ese, es deber cumplido. De vez en cuando miro hacia las nubes y me parece descubrir ese avión donde un día se marchó como un piloto ordinario. Sé que regresará convertido en el amigo de millones.