En este día tan especial mis más sinceras
felicitaciones a ustedes, mujeres que han hecho suya la causa cubana y
la han abrazado infinitamente. También para todos esos hombres que con su actuar
diario nos hacen sentir orgullosa de ser sus eternas compañeras de lucha.
Comparto, además, una carta de felicitación escrita
por René González, ese gran hombre que en momentos tan difíciles hace un alto y
dedica tiempo a tod@s l@s
que lo han acompañado en estos casi 14 años de injusticia.
Abrazos,
Yarisleidis Medina Valle
Atención Uruguay
ICAP
CUANDO
SE ALISTA EL CORAZÓN DE LA MUJER
Por Julio César
Sánchez Guerra
No
sé en qué estaba pensando Balzac cuando dijo que, “la única gloria de la
mujer es hacer latir el corazón de los hombres”; tal juicio no escapa de
la visión androcéntrica que alimentó todo el siglo XIX, y que consideraba al
hombre, el sol del universo.
En
el conocido pasaje bíblico, la mujer es tomada de la costilla del hombre,
y es Eva quien incita a Adán al abordaje de la fatídica fruta. Entre los pueblos
Aimaras, de antigua cultura, el hombre y la mujer son dos mitades de una unidad,
donde el malo es el hombre y la buena es la mujer, por lo menos una vez, el
hombre no es el centro de la gloria de la luz.
Recuérdese
el pasaje de Martí, en el ensayo Nuestra América, donde nos habla del Padre
Amalivaca engendrando al hombre y a la mujer de la semilla de la palma moriche,
no nacía la mujer de la costilla del hombre; ahora crecían juntos, desde la
misma simiente.
Esa
ha sido la gran batalla de las mujeres: reclamar derechos, propios de una
extraordinaria criatura viviente. Larga fue la historia hasta el día en que
Clara Zetkin levantó la voz por la igualdad de la mujer, sin conocer, que en la
Asamblea de Guáimaro de la Cuba insurgente, ya una cubana, Ana Betancourt, había
lanzado una señal de emancipación femenina.
La
humanidad se llenó de nombres de mujeres rebeldes, apasionadas por la libertad y
el decoro: Si nos asomamos a la ventana del tiempo, ahí están Sor
Juana Inés de la Cruz, o Juana de Arco; Manuelita Sáenz, o Rosa
Luxemburgo; Ethel Rosemberg, víctima del odio y la guerra fría, o Madre Teresa
de Calcuta, la que nos dijo: “Ama hasta que te duela”.
Por
las palmas erguidas de Cuba, pasan mujeres, haciendo latir el corazón de la
humanidad: Mariana, Lucía Iñiguez, Manana, la esposa de Gómez, doña Leonor, la
madre de Martí, Melva, Haydeé, Celia, Vilma…las mujeres y madres de Cinco Héroes
que no claudican, las mujeres que no aparecen en los libros de historia,
pero sí en la memoria de una familia, mi madre que fue maestra y
federada.
Por
las palmas y las flores, pasan las que no tuvieron miedo de ser ellas
mismas; las millones de anónimas mujeres que abrazaron a sus hijos, o a sus
hermanos, el día en que partieron a pelear o morir, por la risa de otros
niños.
En
las venas de Cuba y el mundo, están las mujeres dispuestas a dar todo el aire
por la paz; ellas ponen el pecho a las piedras para que no maten a la
esperanza, y desfilan por la primavera de la vida.
Mujeres
también heroicas, las que van todos los días al trabajo, arman rosas nuevas,
cosen la camisa rota, preparan la comida, curan el último dolor de la
jornada, y antes de dormir a sus hijos, les entregan con un beso , el
alma.
No
sé en qué estaba pensando Balzac cuando habló de las mujeres, prefiero
recordar el minuto en que Martí dijo a las Damas de Patria: Las
campañas de los pueblos solo son débiles cuando en ellas no se alista el
corazón de la mujer…
Y
ese corazón, no desmaya, porque en él reside la ternura, la lucha, el nido, el
coraje, el heroico camino de abrir las ventanas a la luz.